El amor más maduro llega más allá, porque siempre, repito, siempre, anide en el corazón de un santo, de un pecador, de un perdido, de un ateo o de un Papa, nos conecta con la entrega, con la renuncia, con la comprensión y con la compasión, es decir, con el auténtico dolor por el dolor ajeno y la auténtica alegría de poder amar"
- Anónimo -
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